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ENTRE PAZ Y FUENTES HAY UN ENANO

Samuel Parra

«Aquí se bebe café», anuncian las letras neón de un callejón que humea al viento su aroma a génesis, el despertar de la gratitud que dota esta bebida sin azúcar, leche o canela. Derecho y caliente.

En un chat amistoso formalizamos la cita, 13:35. Después de los aperitivos digitales, la sobremesa ocupó un tema interesante: Octavio Paz y Carlos Fuentes.

La Escritora Malva Floras ganó el Premio Mazatlán de Literatura con su libro «Estrella de dos puntas», es la historia de la amistad entre los dos escritores más importantes del siglo pasado, y de una época en la que surgieron grandes obras artísticas, en medio de un ambiente de cambios sociales y que también marcó su distanciamiento.

Malva llegó con tiempo de sobra al café, un enano nalgón, de mirada maléfica, como si hubiera nacido en Viernes 13, fue nuestro mesero. —Aquí nomas hay de dos aguas. Dijo el «Hobbit» resoplando su aliento fétido a garnacha —O toman café o toman agua para café. Después de aquel socrático comentario decidimos tomar café, era lo más razonable.

Bajo el sello de Editorial Planeta, este libro es el resultado de diez años de trabajo de Malva Flores, inspirado por la investigación previa para Viaje de Vuelta, en el que cuenta la historia de la revista que fundó Octavio Paz, gracias al cual descubrió que éste «tenía una relación muy importante con Fuentes y quise saber qué pasó en esa relación entre dos escritores fundamentales».

¿Por qué Octavio Paz y Carlos Fuentes representan una apasionante batalla cultural de la literatura?
No es que ellos representen una apasionada batalla, sino que ellos, sus pensamientos, su postura crítica, sus convicciones, fueron perseguidos de manera apasionada por ambos. En ocasiones lucharon juntos por los mismos ideales (por ejemplo, contra el nacionalismo obtuso) y, al final de su amistad, desde distintos espectros de la convicción política.

Pensé que éramos los únicos clientes en el café, el anuncio del local decía «lleno» pero estábamos en un callejón surrealista. Sólo el enano nalgón era cómplice de la charla. Ataviado con un sombrero a la Napoleón Bonaparte, al que le provocó tres perforaciones con unas tijeras de su madre costurera, se hizo del uniforme porque el dueño del changarro nunca ofreció vestirlo, solo le pagaba quince chelines y diez reales a la semana.

Carlos Fuentes tenía 21 años y Paz 36 cuando se conocieron en París. Para entonces, relata la poeta veracruzana, el narrador estaba «poseído de una admiración previa» hacia el poeta, gracias a las lecturas de El laberinto de la soledad y Libertad bajo palabra. «Alto, flaco, nervioso, vestido de azul, la frente vasta, el mentón enérgico, los lentes gruesos», cita Flores a Paz, recordando «al talentoso muchacho que le disparaba preguntas y comentarios constantemente».

¿Cómo ensayas el valor literario de ambos personajes en 600 páginas?
Como digo en la primera página del libro, Estrella de dos puntas no es un libro de crítica literaria, es decir, no me ocupo de un valor literario que, por otro lado es innegable. Mi intención fue mostrar cómo su amistad, pero también sus diferencias, permiten entender la cultura de la mitad del siglo XX, no sólo en México o Hispanoamérica, sino en el mundo.

—Ese libro es un chismógrafo, yo ya lo leí. Ni Paz ni Fuentes eran la onda del Boom. Nomas andaban como muertos por publicar revistas a lo loco. (Este diálogo es del enano, me dijo que así lo aclarara).

La información recopilada por Malva Flores en esta obra y el detalle de los actos, abarcan más de 50 años y le brindan al lector un amplio panorama de las trayectorias literarias de Paz y Fuentes, su relación con México y el poder político, sus ideologías, sus encuentros y desencuentros, así como la influencia que esta singular amistad tuvo en el ámbito literario de sus contemporáneos latinoamericanos y europeos. Pero lo más importante de esto fueron las cartas que se escribieron ambos autores.

¿Qué importancia tiene la fuente bibliográfica y epistolar en este libro?
Sin ellos no podría haber hecho nada porque, por un lado, me importaba conocer de primera fuente (las correspondencias) lo que se decían estos grandes escritores en el ámbito privado, pero también sus amigos. Por la otra, para mí fue esencial revisar los suplementos y revistas literarias de la época para comprender sus posturas en la esfera pública.

Por ahí me gritó un comensal «Ese enano no trae cubrebocas», y era cierto, presumía su nariz griega con orgullo de niño, se sentía vanidoso e imparable, ni siquiera el poder de un mono «cilindrero» podría acapararlo. De inmediato lo enfrenté, tomé la cuchara cafetera y lo rocié con azucar sobre la cabeza. —Aaaaah, me derrito, me derrito. Gritaba como gato maullando a la media noche, de esos alaridos que despiertan a los niños de brazos.

¿Qué es escribir en tiempos de Covid?
Este tiempo aciago —por la pandemia y por muchas otras razones de naturaleza política— ha sido terrible, angustiante, desesperanzador. Sin embargo, la escritura ha sido, para mí, la única forma de no enloquecer, de concentrarme en algo y olvidar, durante el tiempo de la escritura, el tiempo horrible que nos ha tocado vivir. La escritura, entonces, ha sido mi salvación (además del cubrebocas, por supuesto).

Carlos Fuentes ganó el Premio Mazatlán de Literatura en 1972 pero lo rechazó, Octavio Paz lo ganó en 1985; Malva cruza esta línea paralela.

¿A qué te alienta el haber ganado el Premio Mazatlán de Literatura?
Ha sido muy sorprendente para mí haber ganado este premio tan prestigioso. Me emociona muchísimo, me hace pensar que haber perdido los ojos (metafórica pero también literalmente) revisando papeles viejos, caligrafías imposibles, con un tesón de mula, valió la pena. Es decir, me alienta a creer que no importa cuánto tiempo tardes en buscar una respuesta a tus preguntas, que nunca no debes desistir en tu empeño.

Terminamos la entrevista con un «hasta pronto», cerré la ventana de conversación vía Messenger y el callejón desapareció. Esta charla me dejó una lección muy importante: jamás platicar con un enano que solo viste sobrero napoleónico.

MALVA FLORES

Malva Flores (Ciudad de México, 1961). Es poeta y ensayista. Es miembro del Consejo Editorial de las revistas Letras Libres y Literal, Latin American Voices. Ha obtenido el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas (2006), el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes (1999) y el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino (1991).

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Publicado por Huérfanos de Saturno

Somos crítica del mundo en que vivimos y crítica de la literatura, crítica de la crítica y esa crítica es creadora siempre. La crítica del lenguaje se vuelve creación de un lenguaje.

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